El accidente ocurrió alrededor de las 11:50 en Colle Sesia, a 4.230 metros sobre el nivel del mar, en la frontera entre Italia y Suiza. El Piper PA18, tras aterrizar en el glaciar, giró a la izquierda y continuó su recorrido entre los equipos de esquí de montaña empeñados en la subida hacia la Capanna Margherita. Posteriormente el avión despegó y se alejó del área.
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El Trofeo Mezzalama, conocido como el “maratón de los glaciares”, se disputó en la ladera del Valle de Aosta del Monte Rosa, entre Breuil-Cervinia y Gressoney-La-Trinité. Con motivo de la carrera, los remontes estaban abiertos desde las 6:30, lo que facilitó la afluencia de miles de esquiadores de montaña en gran altura. Visita Monterosa – Verano
El alpinista piamontés Luca Calzone, presente en el lugar, filmó toda la escena y compartió el video en las redes sociales, acompañándolo con un mensaje alarmado: “He sido testigo de una casi tragedia en Suiza”. En una entrevista con ANSA, Calzone calificó la maniobra del avión de "locura, es realmente un acto criminal y voluntario".
Calzone subrayó que el piloto no pudo dejar de ver a las numerosas personas presentes en el recorrido hacia Capanna Margherita. “Milagrosamente no pasó nada, pero podría haber habido más de un muerto”, añadió, destacando la peligrosidad del incidente.
El avión implicado es un Piper PA18, matriculado en Suiza y perteneciente a un aeroclub suizo. Tras el accidente, el avión continuó su vuelo, aterrizando en la zona de Ginebra poco antes de las 16.00 horas.
Las autoridades italianas y suizas, junto con ENAC y los organizadores del Trofeo Mezzalama, están examinando el vídeo y recogiendo testimonios para esclarecer las circunstancias del incidente y evaluar las posibles responsabilidades.
La seguridad aérea en las zonas de montaña supone un gran reto debido a las condiciones meteorológicas a menudo cambiantes y a la presencia de numerosos montañeros y turistas. Los vuelos sobre glaciares y zonas de gran altitud están regidos por estrictas normas que exigen a los pilotos evitar volar a baja altitud sobre zonas frecuentadas por personas. Los clubes aéreos y los pilotos profesionales deben cumplir planes de vuelo detallados y, en algunos casos, obtener un permiso especial para aterrizar en superficies cubiertas de nieve. Incidentes como el de Monte Rosa ponen de relieve la importancia de intensificar los controles y las inspecciones preventivas.
A lo largo de los años se han producido varios accidentes aéreos a gran altitud, a menudo con consecuencias trágicas. Condiciones extremas, como vientos fuertes, turbulencias repentinas y poca visibilidad, hacen que volar en las montañas sea particularmente arriesgado. Entre los casos más famosos, sigue siendo emblemático el desastre del vuelo 901 de Air New Zealand en el monte Erebus, en la Antártida, en 1979. Afortunadamente, incidentes como el de Colle Sesia, donde se evitó la tragedia, son raros pero subrayan la necesidad de una mayor atención y cautela por parte de los pilotos.
Cualquiera que sea testigo de un accidente en la montaña debe mantener la calma y actuar con rapidez. Es fundamental reportar inmediatamente el incidente a las autoridades competentes, proporcionando detalles precisos sobre el lugar, hora y dinámica del evento. Si es posible, es útil documentar la escena con fotografías o vídeos, como hizo Luca Calzone en Monte Rosa, para ayudar a la investigación. En caso de lesiones, brinde primeros auxilios solo si tiene las habilidades necesarias, de lo contrario es mejor esperar ayuda sin ponerse en mayor riesgo usted o los demás.