Un hombre de Taiwán de 56 años fue noticia por un caso realmente singular: llegó a urgencias con fuertes dolores abdominales y dificultad para orinar. Los médicos, tras un cuidadoso análisis, descubrieron la causa de su malestar: un coco de 9 cm de largo clavado en su trasero.
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El hombre, que no ha sido identificado, padecía estreñimiento desde hacía unos días y, para solucionar el problema, pensó en introducirse un coco en el recto. Un acto que resultó decididamente imprudente y peligroso. El caso fue descrito en un artículo en el British Journal of SurgeryLos médicos dijeron que el paciente sólo apareció cuando se dio cuenta de que ya no podía orinar y se quejaba de un dolor abdominal intenso.
La única solución para extraer el coco fue la cirugía. Los médicos realizaron una laparotomía, una operación que consiste en abrir el abdomen. La operación duró unas dos horas y finalizó con éxito. Se extrajo el coco y el paciente fue dado de alta del hospital tras unos días de recuperación.
La historia de este hombre, aunque curiosa, no es un caso aislado. La literatura médica reporta varios casos de personas que han tenido problemas al insertar objetos en el recto. Entre los objetos más habituales que encuentran los médicos se encuentran corchos, tapas de plástico, vasos e incluso juguetes infantiles.
Insertar objetos en el recto, lo que se conoce como juego anal, puede ser muy peligroso. Además del riesgo de obstrucción, pueden producirse perforaciones intestinales con graves consecuencias. En algunos casos, la perforación intestinal puede resultar mortal.
En Inglaterra, cada año se extraen alrededor de 400 objetos "extraños" del ano, lo que le cuesta al Servicio Nacional de Salud unas 340.000 libras esterlinas al año. La historia de este hombre es una invitación a la cautela. Es importante recordar que el cuerpo humano no es un juguete y que introducir objetos en las cavidades corporales puede tener consecuencias muy graves. En caso de estreñimiento u otros trastornos intestinales, es fundamental consultar a un médico y no recurrir a soluciones caseras que podrían resultar peligrosas.
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