Los gusanos de Chernóbil han desarrollado un "superpoder" que ayudará a combatir el cáncer

Los gusanos de Chernóbil han desarrollado un "superpoder" que ayudará a combatir el cáncer

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La exposición a la radiación ha obligado a muchos animales que viven cerca de Chernobyl a mutar. Un nuevo estudio muestra que no todos los animales en la zona de exclusión respondieron de esta manera. Los gusanos que viven cerca de Chernobyl han desarrollado un nuevo "superpoder": parecen ser inmunes a la radiación. "Chernobyl fue una tragedia de proporciones incomprensibles, pero todavía no tenemos un conocimiento profundo de los efectos del desastre en las poblaciones locales", afirmó la doctora Sophia Tintor, autora principal del estudio.

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Los gusanos de Chernobyl sobrevivieron a la radiación

“¿El repentino cambio ambiental ha seleccionado especies, o incluso individuos dentro de una especie, que son naturalmente más resistentes a la radiación ionizante?” El desastre de la central nuclear de Chernóbil en 1986 transformó la zona circundante en el paisaje más radiactivo de la Tierra. Los seres humanos fueron evacuados, pero muchas plantas y animales siguen viviendo en la región, a pesar de los altos niveles de radiación que persisten casi cuatro décadas después.

En los últimos años, los investigadores han descubierto que algunos animales que viven en la zona de exclusión de Chernobyl son física y genéticamente diferentes de sus homólogos de otros lugares, lo que plantea dudas sobre el impacto de las enfermedades crónicas. En el nuevo estudio, los investigadores visitaron Chernobyl para estudiar nematodos: pequeños gusanos con genomas simples y rápida reproducción, lo que los hace particularmente útiles para comprender fenómenos biológicos básicos.

Las lombrices han desarrollado una protección natural.

"Estos gusanos viven en todas partes y viven rápido, por lo que pasan por docenas de generaciones de evolución mientras un vertebrado típico todavía se está poniendo los zapatos", dijo Matthew Rockman, profesor de biología en la Universidad de Nueva York y autor principal del estudio. Con contadores Geiger en mano para medir los niveles de radiación locales y equipo de protección personal para protegerlos del polvo radiactivo, recolectaron gusanos de muestras de suelo, frutas podridas y otros materiales orgánicos. Los gusanos se recolectaron en lugares de toda el área con cantidades variables de radiación, desde niveles bajos, a la par de los de la ciudad de Nueva York, hasta sitios de alta radiación, a la par de los del espacio.

En el laboratorio de la Universidad de Nueva York, los investigadores estudiaron los gusanos, parte del cual implicó congelarlos. "Podemos criopreservar gusanos y luego descongelarlos para estudiarlos más tarde", explicó el profesor Rockman. "Esto significa que podemos evitar que la evolución ocurra en el laboratorio, lo cual es imposible con la mayoría de los otros modelos animales y muy útil cuando queremos comparar animales que han experimentado diferentes historias evolutivas".

Los investigadores se sorprendieron al descubrir que no podían detectar signos de daño por radiación en los genomas de los gusanos de Chernobyl. “Eso no significa que Chernobyl sea seguro; Lo más probable es que signifique que las lombrices intestinales son animales realmente resistentes y pueden soportar condiciones extremas”, dijo el Dr. Tintoreros. Los hallazgos dan a los investigadores pistas sobre cómo la reparación del ADN puede variar entre individuos. Y, a pesar de la simplicidad genética de los nematodos, los hallazgos podrían conducir a una mejor comprensión de la variación natural en los humanos.

Nuevos estudios para luchar contra el cáncer

"Ahora que sabemos qué cepas son más sensibles o más tolerantes al daño del ADN, podemos usar estas cepas para estudiar por qué diferentes individuos tienen más probabilidades que otros de sufrir los efectos de los carcinógenos", dijo el Dr. Tintoreros. La forma en que los diferentes individuos de una especie responden al daño del ADN es una prioridad para los investigadores del cáncer que intentan comprender por qué algunos humanos con predisposición genética al cáncer desarrollan la enfermedad mientras que otros no. "Pensar en cómo los individuos responden de manera diferente a los agentes que dañan el ADN en el medio ambiente es algo que nos ayudará a tener una idea más clara de nuestros factores de riesgo", añadió el Dr. Tintoreros.

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