Un nuevo descubrimiento impactante proviene de la zona de Chernobyl: los lobos grises callejeros que viven allí han desarrollado mutaciones genéticas que los hacen increíblemente resistentes a los tumores. 35 años después del desastre nuclear de 1986, la vida silvestre de Chernobyl ha florecido en un ambiente inhóspito para los humanos. Entre los animales que prosperan en esta zona se encuentra el lobo gris, cuya población es siete veces mayor que la de las zonas circundantes de Ucrania.
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Allá investigación, realizada por la bióloga evolutiva Cara Love de la Universidad de Princeton, descubrió que los lobos de Chernobyl tienen un sistema inmunológico alterado debido a la radiación. Este sistema inmunológico es similar al de los pacientes sometidos a radioterapia por cáncer y parece otorgar a los lobos una mayor resistencia a la enfermedad. El descubrimiento del Dr. Love abre nuevas posibilidades para el tratamiento del cáncer en humanos. Las mutaciones genéticas que dan resistencia a los lobos de Chernobyl podrían utilizarse para desarrollar nuevas terapias o mejorar la eficacia de los tratamientos existentes. El estudio sobre los lobos de Chernobyl todavía está en curso, pero los resultados obtenidos hasta el momento son sumamente prometedores.
Love, que presentó su trabajo en una reunión de biología en Seattle, Washington, el mes pasado, señaló cómo "los lobos de Chernobyl sobreviven y prosperan a pesar de generaciones de exposición y la acumulación de partículas radiactivas en sus cuerpos". El peor accidente nuclear del mundo liberó radiación cancerígena, pero su investigación muestra que los lobos "parecen resistentes a un mayor riesgo de cáncer". Love y sus colegas viajaron a la Zona de Exclusión de Chernobyl (ZEC) en 2014 y tomaron muestras de sangre para comprender sus respuestas a la exposición nuclear. Su equipo utilizó collares GPS especiales para obtener “mediciones en tiempo real de dónde se encuentran y a cuánta radiación están expuestos”, explica su informe de enero. Los hallazgos muestran que los lobos grises están expuestos a más de seis veces el límite legal de radiación seguro para el trabajador humano promedio.
Love identificó “regiones específicas del genoma del lobo que parecen resistentes a un mayor riesgo de cáncer”. La pandemia mundial y la guerra en curso en la zona impidieron que Love y sus compañeros investigadores regresaran a la CEZ. La invasión rusa de Ucrania ha hecho que su trabajo sea aún más peligroso. “Nuestra prioridad es que las personas y colaboradores estén lo más seguros posible”, afirmó. Los animales que deambulan por la zona de exclusión nuclear y su ADN han interesado a muchos científicos de todo el mundo.
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